AELS Aula de Estudio del Lago de Sanabria

PRESIONES SOBRE EL LAGO

EL IMPACTO DE LAS PRESIONES NEGATIVAS SE OBSERVA EN EL PAISAJE

El paisaje a lo largo del ciclo estacional es uno de los valores seguros que tiene el valle del lago de Sanabria. Sus principales protagonistas (laderas, rocas, bosques, masas de agua, ….) hacen de este entorno tan singular que no tiene parangón. Ningún otro paisaje glaciar le hace sombra en España.

Sin embargo, la actuación humana en las últimas década (aunque menos intensa que en décadas anteriores) ha sometido a numerosas presiones negativas, ligadas a las actuaciones locales e importadas por usos sociales turísticos masificados, tanto las orillas como el propio entorno del valle; y una mala práctica de la ganadería extensiva que concentra puntualmente demasiadas cabezas de ganado en el entorno del lago. Todo ello a pesar de poseer una figura de protección de los valores naturales hace décadas. Y a pesar de todo ello la calidad del mismo sigue siendo sobresaliente.

Sin embargo se puede caer en la paradoja que sus valores ambientales sean subyugados por los intereses económicos y el desarrollismo turístico y acaben predominando en la escala de valoración. Así esta belleza y valor ecológico quedaría en manos de la alienante y ruidosa explotación turística masificada (modelo «Magaluf») en contra del disfrute del entorno en un modelo inteligente de turismo de la naturaleza integrado con las actividades rurales compatibles con la conservación de la bio y la geodiversidad, con los valores rurales y con la etnografía local.

Queden como muestra algunas galerías fotográficas de las últimas actuaciones negativas toleradas, e incluso promovidas por las administraciones, sucedidas en los últimos años.

La orilla del lago cerca de la salida del río Tera contó hace décadas con un hotel, y junto a sus ruinas en la misma orilla existe un entorno degradado por basuras y escombros, y donde el aparcamiento oculto por la vegetación propicia la realización de botellones, y el abandono de todo tipo de basura por parte de turistas y pescadores.

Ruinas del hotel del lago y sus anejos

El entorno de la orilla derecha del Tera a la salida del lago está profundamente degradado desde hace décadas por el abandono de escombros y basuras

La zona de salida del Tera desde el lago es una de las zonas más importantes para la fauna acuática y litoral de todo el valle del lago, dada la cobertura de la aliseda y la variedad de hábitats y recursos que ofrecen los múltiples canales de agua. Canales creados a partir de la destrucción de la antigua pesquera que durante siglos estuvo a disposición de la explotación piscícola de esta masa de agua.

Las podas y cortas de troncos son nefastas porque producen una mayor penetración del sol hacia el agua. Además si se hacen en la primavera producen daños sobre numerosos grupos de fauna que utilizan las ramas bajas para anidar o bien como refugio de la fase no acuática (como es el caso de muchos invertebrados).

Talas injustificadas de la aliseda en un punto de máximo valor para la biodiversidad

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El prado de Seoane, en el litoral NO del lago, tiene una extensión de alrededor de 10,5 ha y alberga una gran concentración de vacas en el invierno.

El uso como prado de siega el resto del año ayuda a que gran cantidad de nutrientes sean exportados hacia el ensilado para uso en los establos de Ribadelago. Sin embargo la mayor parte de los vertidos ganaderos que producen las vacas (sólidos y líquidos) son arrastrados al lago por la escorrentía superficial. Además de una enorme cantidad de sedimento que se arranca del suelo por la erosividad del pisoteo.

Debe considerarse que cada vaca tiene un carga orgánica de vertidos excretados (boñigas y orines) equivalente a 10 seres humanos. Con una demanda biológica de 60 g de O2/día [Directiva 91/271/CEEE] por cada habitante equivalente.

La vega de Seoane en otoño, desde la senda de los monjes

Masificación de ganado en las orillas

El ganado concentrado en Seoane equivale a una población humana de más 2.000 habitantes-equivalentes asentados en un pueblo con hospital en las orillas del lago.

Toda esa carga orgánica contaminante llega directamente a la masa de agua del lago a través de la escorrentía superficial y el arroyo Sorribas; fertilizando las aguas y favoreciendo el crecimiento de los vegetales sumergidos y las algas microscópicas.

La vega de Seoane fue una importante zona de cultivo para los habitantes de Ribadelago. Ahora transformada parcialmente en pradera de siega , y con una gran regeneración natural del robledal con fresnos y la sauceda.

Apenas a 300 m del acceso principal a las playas del lago, existe una zona de alto valor ecológico ignorada durante décadas. Ha sido utilizada todos estos años como vertedero de restos vegetales, de podas, de escombros, etc. Ahora se maneja como una simple majada de vacas, donde se acumulan pacas, plásticos, cuerdas y otros restos de la actividad agropecuaria con estabulamiento de cabezas. El arroyo de Hiruelas vierte a la ensenada de Bouzas, muy cerca de la fuente sulfurosa, y arrastra a la masa de agua todos estos elementos.

Por el borde este de la turbera discurre un camino vecinal muy agradable que atraviesa las vegas de Galende y que debería potenciarse como la principal vía de acceso a las playas de una forma más sostenible. Como alternativa a la masificación de coches en la carretera.

Localización de la zona de Hiruelas, una pequeña subcuenca de vertido directo al lago.

Tala de chopera en turbera de Hiruelas

Ortofoto PNOA 2008 en el visor IBERPIX del IGN

Estado natural de las orillas de la turbera en agosto de 2016, con una orla de chopos

La turbera-junquera de Hiruelas es un ecosistema de gran valor, tanto por los hábitats palustres (juncales y estanques mediterráneos) que alberga como por la fauna acuática. Es especialmente relevante por constituir refugio y lugar de reproducción para una gran población de libélulas y caballitos de agua; además de para las ranas de S. Antonio o las salamandras; entre un amplio listado de especies.

Majada de vacas en la turbera

Ortofoto PNOA 2017 en el visor IBERPIX del IGN

Estado de las orillas y el entorno de la turbera en agosto de 2017 transformada en una majada de vacas y con la chopera recién talada

Sin duda es necesario compatibilizar los usos agropecuarios con la biodiversidad y mejorar la integración entre las actividades clásicas como la ganadería con la conservación del paisaje y la calidad de los ecosistemas.

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