La segunda quincena de agosto de 2025 ha resultado fatídica de nuevo para la Sierra Segundera. Un incendio iniciado en las orillas del río Bibey, cerca de la localidad de Porto de Sanabria, en la vertiente opuesta de la sierra acabó por rebasar las cumbres y llegar al valle del Tera, cruzarlo y seguir arrasando una vasta extensión de miles de hectáreas hasta llegar por diversas laderas de la Sierra Cabrera Baja hasta las orillas del río Cabrera, en las inmediaciones de la localidad leonesa de La Baña. CLIC
Desde su inicio el 14 de agosto hasta el 11 de octubre han pasado casi dos meses. Y en ese periodo, muchos días después de dejar de haber llamaradas, se ha mantenido el fuego larvado en algunas zonas de pastizal y suelos turbosos.
Fuego sin llama que se detecta en el paisaje por las pequeñas columnas de humo que desprende de vez en cuando.
En la proximidad se detecta por el calor que despide el suelo cuando se acerca la mano.
Comprueba en estas ortofotografías con efecto 3D la incidencia del megaincendio en los ecosistemas acuáticos
Ortofotoimágenes de satélite Landsat/Copernicus visualizadas en GoogleEarth Pro, con efecto relieve 3D a partir del modelo digital del terreno.
Inicio del incendio (14 de agosto de 2025) junto a la localidad de Porto, en el valle del Bibey.
Aspecto de los circos glaciares y turberas en el valle del alto Tera , en la zona de cumbres de la Sierra Segundera.
Aspecto del entorno de Moncalvo, el circo glaciar de Lacillo y el fondo del valle del alto Tera, entre los embalses de Vega de Tera y Vega de Conde.
Aspecto del entorno de Moncabril, el cañón de Cárdenas, la penillanura glaciar y el cañón del Tera.
Aspecto del entorno de laguna de Peces, el cañón del Tera y la Sierra Cabrera Baja
Aspecto del entorno del cañón del Forcadura y la subida a laguna de Peces , en la Sierra Cabrera Baja
Aspecto del entorno de la penillanura glaciar en la Sierra Segundera.
Aspecto del entorno del valle del lago de Sanabria y la Sierra Segundera.
Cuando un incendio de esta magnitud atraviesa una turbera, o una zona de suelo turboso encespedada las llamas en superficie pasan rápidamente, en función de la intensidad del fuego. Ese es el primer daño.
Posteriormente el elevado calor se conserva en el interior del suelo, deshidratando e incinerando sin llama la materia orgánica del suelo; a veces no sólo en los centímetros superficiales, sino más en el fondo. Y en su caso las capas de esfagnos y otros musgos que han formado durante décadas o siglos la turba. Estas zonas bajo el horizonte del suelo son un importante refugio durante gran parte del año para la biodiversidad de los ecosistemas acuáticos.
ESTE EL PEOR DE LOS DAÑOS, Y SE MANTIENE CASI PERMANENTEMENTE. NO SE PUEDE APAGAR HASTA QUE LLUEVE, Y EL SUELO SE EMPAPA DE AGUA.
Panorámicas de la Sierra Segundera davastada por el incendio
Algunos efectos del fuego y la actuación de los equipos de extinción
Algunos de los efectos negativos que tienen los incendios es que dejan el suelo a merced de la erosión eólica. Vientos fuertes y remolinos remueven el suelo y las cenizas recientes, las re-suspenden y así pueden afectar negativamente en los ecosistemas acuáticos, aportando nutrientes como el fósforo, a cierta distancia.
Una de la actuaciones más típicas de los medios de extinción para frenar el avance de las llamas es la creación de cortafuegos. En la sierra se utilizan grandes bulldocer que avanzan arrastrando el suelo superficial, atravesando incluso las turberas o arroyos, para crear una zona decapada y sin combustible que quemar. Posteriormente estas zonas quedan durante muchos años a merced de la erosividad del viento y la lluvia, ya que no existe un plan de actuación para su restauración.
En el tercer vídeo se puede apreciar, en el ladera de Covadosos, un cortafuegos recién creado en agosto de 2025 bajando por una pendiente muy considerable, y al final del vídeo otro creado en octubre 2005; en el que se aprecian aún señales de decapado del suelo sin recuperación de la vegetación en 20 años.
Además en el fondo de la ladera se observa como las vacas han seguido pastando sobre los terrenos recién afectados por las llamas, inclumpliendo en todo caso la ley de montes, y cualquier lógica ambiental que exigiría un mínimo periodo de recuperación que necesita la vegetación natural para alcanzar un estado de conservación favorable antes de ser sobrepastoreada de nuevo.

