Tras la llegada hasta la superficie del lago en el primer trimestre de 2017 de gran cantidad de partículas de polen producidas básicamente por los árboles que utilizan el viento como mecanismo para su dispersión (son plantas anemófilas), se produce a inicios de mayo la llegada de otros elementos de origen vegetal que dispersa el aire y que tras un periodo de flotar en el aire se precipitan hacia el suelo y la superficie de las masas de agua.
Este es un suceso natural aunque menos llamativo que el de llegada del polen, debido a su efecto semipermanente en las orillas Clic¡.
¿Qué es ?
Se trata de esas estructuras con aspecto de algodoncillo blanco que en estos días el viento transporta por doquier, y que queda atrapadas en múltiples lugares por la humedad del sustrato en el que se posan. Estas fibras blancas hacen flotar en el aire a las ya de por sí livianas semillas de los chopos y álamos, y se conocen con el nombre genérico de «vilanos». Las producen todas las especies de Populus, aunque son los chopos de cultivo (clones híbridos con especies alóctonas, sobre todo americanas) los que más cantidad emiten al aire, después vendrían los chopos del país (P. nigra), los álamos blancos (P. alba) y finalmente los álamos temblones (P. tremula), la principal especie en el entorno del lago.
Los árboles del género Populus, al que pertenecen todos los chopos y álamos, producen al final del invierno unas estructuras alargadas a modo de cordones en los que crecen las flores, son los llamados «amentos». En ellos se desarrollan flores de sexo masculino o femenino, de manera diferencial según el individuo. Es decir que todos los amentos que se producen en el árbol o son de flores «masculinas» o de «femeninas»; y por lo tanto, estos árboles (al igual que los animales) son dioicos, es decir que cada individuo es de un único sexo.
Llegados los calores primaverales de abril y mayo los amentos femeninos maduran y de los racimos de frutos verdosos se liberan las semillas, que llevan estos vilanos algodonosos para poder ser dispersados lejos del árbol madre; son por lo tanto plantas anemócoras. Aunque son muy populares en muchas zonas de Zamora y se les conoce con nombres locales como «pelusas, pelusillas o pelufos», no producen para la población humana más que leves irritaciones en los ojos cuando las fibras que los integran se nos pegan. Por otro lado parece que no producen alergias ni reacciones del sistema inmunitario.
Precisamente esa capacidad de ser viscosos al contacto con la humedad es la propiedad que les permite realizar la segunda de las funciones biológicas a los vilanos de los chopos y álamos que es la colocar a las semillas en suelos muy empapados en agua donde su germinación será próspera.
¿Tiene diferentes consecuencias para el funcionamiento del lago ?
La diferencia fundamental con los episodios de depósito de polen sobre la superficie del agua es que en este caso los vilanos son capaces de «volar» distancias menores y por lo general son atrapados por el suelo en un entorno más próximo de su origen que el polen. Por lo tanto los aportes sobre el ecosistema no son importaciones de materia orgánica desde ecosistemas terrestres (más o menos lejanos), y más bien se trata de elementos integrados en la dinámica de las riberas lacustres y fluviales.
Se desconoce la composición química exacta y la tasa de aportes directos de nitrógeno y fósforo de estas estructuras sobre las masas acuáticas, pero podría ser un elemento más de su dinámica natural e integrado en los ciclos de nutrientes del ecosistema debido a su escasa materia.